Filtros

29 julio 2020

En un vehículo nos encontramos con 4 filtros importantes que cada uno por separado se encarga según su función de retener impurezas

Filtro de aceite

Se trata de un órgano de vital importancia en el funcionamiento del motor, pues se encarga de mantener perfectamente depurado el lubricante reteniendo elementos abrasivos tales como el polvo suspendido en el aire o partículas metálicas procedentes del desgaste de piezas móviles.

También elimina los productos resultantes de la combustión que logran pasar al cárter, y las sustancias que se producen durante la propia degeneración del aceite. Puesto que el coste es mínimo y el daño que puede producir en el motor un filtro sucio es muy elevado, conviene cambiar el filtro siempre que se sustituye el aceite y en cualquier caso siempre que lo determine el fabricante en su programa de mantenimiento del vehículo.

Filtro de aire

El aire que aspira el motor contiene partículas de polvo en suspensión que se pueden cifrar entre 1 y 30 mg/m3, dependiendo del estado de la carretera. Estas partículas al acceder al interior del motor producirían un efecto abrasivo que mermaría rápidamente las prestaciones del motor pudiendo llegar incluso a producir el gripado del mismo.

Puesto que un motor pequeño puede aspirar del orden de 3.000 litros de aire por minuto, si no estuviera protegido pasarían al interior de los cilindros hasta 10 gramos de polvo cada hora. Por ello se utilizan los filtros de aire, que en el mejor caso depuran un 99 % de las partículas que arrastra en suspensión.

Si el filtro de aire se obstruye, el rendimiento del motor se reduce, provocando disminuciones en la potencia, mayor consumo de combustible y un mayor desgaste del motor. Por ello, resulta muy importante respetar los intervalos de sustitución propuestos por el fabricante.

Filtro de combustible

Tanto los motores de gasolina como los de diésel disponen en su circuito de alimentación de uno o más filtros para retener y depurar el combustible que finalmente llega hasta el interior de la cámara de combustión. Dado que cada vez son más sofisticados los sistemas de alimentación instalados en los vehículos, también lo son los sistemas de depuración de combustible y como consecuencia, más sensibles resultan estos sistemas a los correctos intervalos de sustitución.

Esto resulta especialmente importante en vehículos diésel de última generación debido a que en ellos el carburante es sometido a altas presiones.

Un filtro en mal estado o saturado provoca mala combustión, consumo elevado, exceso de humo por el escape, difícil arranque, ralentí inestable, pérdida de potencia del motor, etc.

Filtro antipolen

El filtro antipolen, también llamado filtro de habitáculo, es un elemento que va instalado en el conducto de calefacción y aire acondicionado del vehículo y tiene por misión retener las partículas sólidas tales como polvo, hollín (procedente de los gases de escape) y polen (que el aire arrastra en suspensión).

Durante un viaje de una hora de duración entran en el habitáculo del vehículo hasta 100.000 litros de aire. Si el filtro de aire de habitáculo está obturado o se avería por completo, la concentración de sustancias dañinas en el habitáculo del vehículo puede ascender a unos valores seis veces superiores a los existentes en el aire que se aspira al borde de la carretera.

Los filtros de aire de habitáculo suministran al conductor y a los pasajeros, incluso en caso de polución urbana o polen, aire respirable filtrado de forma fiable y, de este modo, aseguran la salud, el bienestar y la plena capacidad de concentración del conductor. Estos filtros también descargan al ventilador, protegen la calefacción y el aire acondicionado contra la suciedad, mejoran la circulación del aire e impiden el peligroso empañado de los cristales. Además, los cristales de los instrumentos y el tablero permanecen limpios durante más tiempo.

Post relacionados