Dentro de los sistemas de frenado de los vehículos de motor existen dos categorías claramente diferenciadas: frenos de disco y tambor. Aunque su función es la misma, el tipo de componentes y el funcionamiento varía de un tipo a otro. En este artículo vamos a explorar las diferencias, similitudes, ventajas e inconvenientes de cada uno de ellos.
Frenos de tambor
El de tambor es el sistema de frenos más antiguo. El tambor que les da nombre a estos frenos es un cilindro que gira al mismo tiempo que el eje de la rueda. El otro componente es un par de zapatas que lleva a cabo el frenando del vehículo al presionar la parte interna del tambor. Los frenos de tambor se ubican normalmente en las ruedas traseras.
Los frenos de tambor tienen dos importantes ventajas: son más económicos, tanto en fabricación como en mantenimiento y reparación, y más duraderos.

Frenos de disco
Los frenos de disco son los más modernos y comunes en la actualidad. En un freno de disco tenemos un disco que gira asociado con el eje de la rueda y que está expuesto al aire. Un componente llamado pinza, que contiene dos pastillas, es lo que genera la fricción necesaria para detener el vehículo. El sistema de discos forma parte de las ruedas delanteras.
Los frenos de disco son más caros que los de tambor, y duran menos. A su favor está el hecho de que tienen mayor potencia de frenada y que son más ligeros en cuanto a peso.
Frenos de disco y tambor: Eficacia frente el sobrecalentamiento
En este punto encontramos la mayor diferencia entre los frenos de disco y de tambor.
- En los frenos de tambor, al frenar mediante un sistema de fricción y resistencia creado por las zapatas, se produce más calor. Esto, unido a la falta de ventilación, repercute en un mayor desgaste de las zapatas. Como consecuencia, la capacidad de frenado se resiente y la distancia de frenada puede alargarse. Además, en casos más extremos la fatiga a la que son sometidas las zapatas puede desembocar en la fractura de las mismas.
- Por su parte, los frenos de disco presentan la ventaja de que constantemente reciben aire, ya que están expuestos a él. Es decir, están mejor refrigerados. Esto se traduce en que el calor generado por la fricción en las pinzas y pastillas de los discos se disipa más rápido y con más continuidad. De esta mayor capacidad de refrigeración se deriva que los frenos de disco puedan soportar mejor el esfuerzo y sean más resistentes a la fatiga por fricción.

Entonces, ¿qué tipo me conviene más?
En definitiva, para una conducción digamos convencional y modesta, y por tanto no demasiado exigente, los frenos de tambor son la opción menos costosa. Si tu conducción es suave, la pega que presentan este tipo de frenos, la tendencia a sobrecalentarse, no debería suponerte un problema.
En cambio, si el grado de exigencia al sistema de frenado va a ser acusado y constante, ya sea por las propias características del vehículo -los automóviles más pesados exigen mayor esfuerzo a los frenos-, o por tu estilo de conducción -más deportiva-, los frenos de disco son la opción más moderna, eficaz y con mejores prestaciones hoy por hoy. Pero has de tener en cuenta que implicarán un mayor gasto para tu bolsillo.